C VILLADEMOR: IGLESIA PARROQUIAL DE SAN PEDRO "La catedral de la Vega"
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En cualquier caso es el monumento más emblemático de la villa, tanto cultual, como culturalmente hablando. No cabe duda que merece la pena su visita. Se encuentra situada en la plaza mayor prácticamente en el centro geográfico del casco urbano, un poco hacia en noroeste. Su historia y su evolución está por investigar, ahora bien, desde mi modesto entender creo haber apreciado algunos indicios en su arquitectura a partir de los cuales he podido deducir algunas cosas que a mí me resultan, cuando menos, curiosas, quien sabe si verdaderas, pero que en cualquier caso los que de esto entienden más que yo podrán corregirme. Por ejemplo, existen indicios, muy claros a
mi parecer, de
que antes de este templo que hoy vemos hubo otro en el mismo lugar, más
pequeño, más bajo y con otra estructura. Eso se puede deducir de los
restos de bóveda que todavía se
adivinan detrás del altar mayor. Y, además,
En cualquier caso es indudable que hubo otro templo más antiguo anterior a este y en el mismo sitio ubicado. Y este hecho no sólo queda corroborado por los indicios arquitectónicos y los restos señalados, sino por la propia documentación histórica hallada. Conocemos el texto de la Donación de Alfonso III a la Iglesia de Oviedo y la confirmación testamentaria de su hijo Ramiro. Es en este último en el que se menciona el pueblo de "Villam de Amor", con su iglesia que está, según el texto, bajo la advocación de San Pedro: "Villam de Amor cum Eclesia S. Petri". Pero sí este testamento data, como allí figura ("Facta scriptura testamenti nono Kalendas Octobris Era DCCCCLXIV") de primeros de octubre del año 964 (que en realidad se corresponde con el 926 ), eso quiere decir que nuestro (primer) templo tiene que ser, por lo menos, de principios del siglo X o incluso, si suponemos que el templo ya estaba construido cuando la redacción del Testamento ramirense y que un templo, por pequeño que sea, tarda algunos años en construirse eso quiere decir que puede haberse construido antes incluso, a finales del siglo IX, en el ochocientos y pico. No obstante, parece evidente que el estilo arquitectónico del templo actual no se corresponde con el estilo propio de esos siglos. El arco al que aludíamos antes tampoco parece propio de ese siglo sino posterior. En conclusión, se nos presentan incongruencias que sería necesario resolver. Por eso se hace necesaria una investigación arqueológica y documental en profundidad para poder salir de la mera especulación. En las últimas obras realizadas que mencionamos antes se encontraron muchos restos humanos. Eso es prueba inequívoca de que se realizaban enterramientos en su interior. Era una costumbre eclesiástica que seguramente perduró hasta el siglo XIX. Más adelante cuando hablamos del retablo de la Virgen de la Misericordia comentamos un enterramiento que hay a sus pies.
INTERIOR DE LA IGLESIA
Añadido al lado sur está un pórtico de ladrillo compuesto por cinco arcos de medio punto. El segundo arco de la izquierda, que hace de entrada principal, está coronado por un frontón triangular también de ladrillo que obliga a una cubierta a dos aguas que rompe la monotonía de los tejados de las naves. La iluminación llega al interior de pequeñas ventanas dispuestas en la parte superior, en el espacio que dejan la diferencia de altura de las naves cubiertas a dos aguas. En la cabecera sobresale un cimborrio con tres óculos que dan luz a la bóveda central. Sostienen las naves sólidos contrafuertes, cuatro en las naves norte y sur, dos en la cabecera y cuatro a los pies.
Su aspecto es robusto pero un problema difícil de resolver es su altura. ¿Cuánto mide nuestra torre hasta la veleta? Es más, ¿cómo medirla? En mi juventud quise medirla y me encontré que el problema era aún más difícil que con el que se encontró Tales de Mileto cuando quiso medir las pirámides de Egipto sin poderse subir a ellas ni penetrarlas hasta su base. Porque es sabido por todos que Tales usó su famoso teorema, el que lleva su nombre, el primer teorema científico de la historia, para medir las pirámides por la sombra que ellas arrojaban. Esa solución, en cambio, no era aplicable aquí porque la sombra de la torre siempre se proyecta en el propio tejado de la iglesia o en los de las casas de al lado. No sé si habrá algún día del año en el que el Gallo de la veleta proyecte su sombra en algún punto de la calleja de la torre. Fuese como fuese yo no encontré ese día. ¿Cómo medir entonces su altura? Lo que se me ocurrió fue fabricar de forma casera lo que se suele conocer como dendrómetro (medidor de árboles) mediante una regleta y una plomada. La medida que entonces logré, siempre aproximada, claro está, fue de 33 metros. Pero hoy, gracias a las nuevas tecnologías, ya podemos saber, si es que nos fiamos de estas nuevas tecnologías, cuánto mide nuestra torre hasta el Gallo. Cuarenta metros exactamente. He aquí la prueba en este enlace. La medición fue hecha por Dustan Cabañeros Centeno con su dron. La torre es de planta cuadrada y se divide, de abajo arriba, en tres cuerpos ligeramente diferenciados. En la base, sobre unos sillares de piedra, se asienta el primer cuerpo hecho principalmente de tapial con esquinas de ladrillo. El segundo cuerpo es enteramente de ladrillo y dividido en dos filas de campanarios coronados por frisos de esquinillas (ladrillos colocados en dientes de sierra), un elemento decorativo muy utilizado por los alarifes mudéjares. El campanario tiene tres arcos de medio punto en la parte superior y dos en la inferior, uno de ellos, el orientado al sur, ciego por estar ocupado por el reloj y en ellos se adivinan las campanas de diferente tamaño. La cubierta es de pizarra a cuatro aguas y se remata con un chapitel piramidal revestido de cerámica de colores que en la última y necesaria reforma (años noventa) fue mal restaurado porque se eliminó la estrechez que antes existía entre el tejado a cuatro aguas y el chapitel de colores y que daba a la torre un estilo y un perfil mucho más esbelto. En lo más alto está una cruz de hierro orientada como la iglesia y una veleta conocida como "el gallo". No hay que olvidar que en la esquina suroeste de lo alto de la torre siempre se asentó el nido de la cigüeña que desde hace unos cuantos años acostumbraba a no migrar y permanecía en el pueblo todo el invierno. Debe de ser porque encuentra más comida que trabajo porque no nos trae niños y Villademor, desgraciadamente, se está despoblando. Este es, sin lugar a dudas, el principal problema de la villa en la actualidad, su despoblamiento, cosa que no ocurre, al menos con tanto rigor, en otros pueblos vecinos como Toral de los Guzmanes o Valencia de D. Juan. De todas formas en el año 2013 las autoridades, civiles y/o eclesiásticas decidieron retirar el soporte del nido. Una muy mala actuación porque ahora no sólo se ha suprimido el encanto que tuvo siempre la torre, sino que ha obligado a los pobres animales a anidar en otros lugares del templo logrando con ello más daño que beneficio. El reloj se colocó ahí posiblemente a finales del siglo XVII o principios del XVIII porque según R. Gutiérrez Álvarez en 1724 ya tenemos noticias de una avería (GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, R.; Villademor de la Vega. Historia, cultura, arte. Salamanca, 2010, p. 140). Yo recuerdo oír a mi abuelo Eustaquio Centeno decir sobre el reloj que era un reloj muy poco común y que "no le gustaba a la gente, porque daba las horas en Villademor pero los cuartos en Benavente", aludiendo con ello seguramente a que en esa ciudad era donde había sido comprado y allí se habían pagado por ello los "cuartos". Los cuartos eran una moneda antigua pero el término después se generalizó y pasó a hacer referencia al dinero en general.
Fotos realizadas por Dustan Cabañeros Centeno Si arquitectónicamente el templo, por su estampa majestuosa, su estructura y su antigüedad, es digno de ser visitado, sus siete retablos son también destacables. Por ello propongo al paciente lector que haga conmigo un recorrido virtual por ellos empezando por el central, después los tres de la izquierda y después los tres de la derecha. La localización de cada uno se puede seguir mediante el croquis que hemos puesto más abajo. Si quieres verlos pincha en el que desees y encontrarás imágenes y una pequeña interpretación (de alguien como yo que no es experto en arte). La imaginería y simbología que contienen es de difícil interpretación, pero si queremos entender por qué nuestra iglesia es así, es necesaria una lectura iconográfica de los retablos. Yo siempre he pensado, a pesar de lo que comúnmente se dice, que una imagen no vale más que mil palabras, por el contrario siempre he dicho que una imagen sin palabras no vale absolutamente nada. En su conjunto los retablos contienen tanto imágenes cristológicas (retablo 1), marianas (retablos 2, 3 y 7), de santos (todos los retablos) e incluso la personificación de alguna de las virtudes más importantes de la moral cristiana, que en Villademor destacan dos: la piedad (retablo 3) y la misericordia (retablo 7). La Iglesia siempre se ha servido de esta imaginería para estimular la devoción. Si se colocaban tantos santos es para manifestar que la salvación es posible y que la santidad y la virtuosidad es el mejor camino. Así y todo a mi me resulta más interesante la personificación de algunas virtudes, como la piedad y la misericordia, que creo que definen más y mejor la idiosincrasia de los villademorenses, que cualesquiera otros santos. Ahora, si quieres conocer más de cerca cada uno de esos retablos, ver su imaginería, su historia, su profusa decoración y sobre todo, si quieres conocer nuestra interpretación, debes entrar haciendo clic en cada uno de ellos en el plano siguiente: |
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No todos los retablos tienen la misma antigüedad, ni todos ellos, desgraciadamente, podemos datarlos con igual precisión, si embargo, podemos aventurar una fechas aproximadas de cada uno de ellos. El más antiguo es sin duda también el más valioso, pero no lo es precisamente porque sea más antiguo, sino porque yo creo que desde el punto de vista artístico es el mejor elaborado, el mejor conseguido, el que refleja mejor que otros las virtudes del cristianismo y, en concreto una de ellas, la de la misericordia. Por eso se le conoce como el retablo de la Misericordia, el nº 7. En el siguiente croquis sinóptico detallamos la antigüedad estimada para cada retablo. En resumen, todos los retablos son del siglo XVIII menos dos, el retablo central que es de finales del XVII y el de la Misericordia que es de mediados de ese mismo siglo. La sacristía está adosada a la nave lateral derecha y su entrada está situada entre los retablos 5 y 6. Es muy grande y allí se encuentran instalados algunas obras muchas de ellas ya deterioradas y otras de escaso valor artístico pero, seguramente, de un gran valor simbólico. No vamos a describirlas todas porque sería muy prolijo, pero sí vamos a mostrar aquellas de las que disponemos fotografías. Para una descripción detallada y bien ajustada a la realidad remitimos al libro de GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, R.; Villademor de la Vega. Historia, cultura, arte. Salamanca, 2010, pp 141 y ss.
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ALGUNAS FOTOS DEL EXTERIOR DEL TEMPLO | |||
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OTRAS OBRAS DE ARTE, DETALLES Y VISTAS DE NUESTRO TEMPLO | |||
Tesoros de la iglesia. Entre las que se encuentran un Cristo de marfil, en la actualidad en el Museo Catedralicio Diocesano de León, un cáliz de plata y plata dorada, del platero Espinosa, de la primera mitad del siglo XIX de estilo neoclásico. Una cruz procesional y su castillete, de autor anónimo y del primer cuarto del siglo XVI de estilo gótico. Custodia de platero anónimo del siglo XIX, de estilo neoclásico. El incensario de plata del siglo XIX. Naveta de plata también del platero Espinosa del siglo XIX de estilo neoclásico. En la actualidad ninguna de estas piezas de valor se pueden ver expuestas en la iglesia, todas se encuentran en lugares seguros y sólo pueden ser vistas en ciertas procesiones o actos litúrgicos. En la antigüedad eran los propios vecinos los que se encargaban de guardar en sus casa, cada cierto tiempo uno, las piezas de mayor valor de modo que sólo uno o dos sabían dónde se encontraban en cada momento.
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CRISTO DE MARFIL | CRUZ PROCESIONAL | ||
Se encuentra en el museo diocesano de la catedral de León. Procede de Manila y por eso se suele enclasar dentro del estilo colonial hispano-filipino. De niño yo siempre oí que estaba hecho del diente de una ballena. ¿Cómo será eso posible, me preguntaba, si las ballenas no tienen dientes? Además se decía que era todo de una pieza. Es evidente que tampoco eso es cierto. Desde el punto de vista estético no debe de ser muy valioso. ¿Entonces por qué ha sido una de las primeras piezas de arte eclesiástico de Villademor que se han llevado para León?. En efecto, que artísticamente no sea una pieza muy lograda no quiere decir que no tenga valor, pero si nos fijamos es un Cristo desproporcionado en los miembros. Muchos vecinos del pueblo miran con añoranza el hecho de que el Cristo se haya llevado al Museo diocesano y no se traiga de nuevo a Villademor el día en que haya que besarle los pies como se hacía antes, no es lo mismo, besar marfil que besar escayola. Es evidente. Imagen extraída del libro de R. Gutiérrez Álvarez (p. 150) |
Trasladamos íntegramente la descripción prolija, atinada e inmejorable, vid.: GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, R.; Villademor de la Vega. Historia, cultura, arte. Salamanca, 2010, pp 145 y ss.: "Es de estilo gótico, del primer tercio del siglo XVI, acaso bajo la inspiración del primer Arfe, y de notable calidad artística. Está fabricada en plata sobredorada repujada, sobre alma de madera noble y terminación flordelisada muy esquematizada. Los brazos tienen cuadrifolios con relieves de la Virgen, San Juan, el Pelícano y Adán resucitado en el anverso, y los Evangelistas en el reverso. Completan los brazos adornos vegetales góticos de cardo en el anverso y lombardos en el reverso. En el centro, bajo chapiteles góticos, un crucifijo postizo de gran calidad, de estilo Juan de Arfe en el anverso, y el reverso San Pedro, titular de la iglesia parroquial. Toda la cruz está rematada con flecos de angelitos. La macolla o castillete es de singular belleza. Consta de dos cuerpos de ventanas góticas que albergan unos apóstoles renovados casi todos, excepto uno de los mayores, muy bien hecho; tiene, además, pilares, arbotantes y chapiteles de estilo gótico puro; en lo bajo aparecen caprichos lombardos. Carece de punzones de autor y fiel contraste. Es, en opinión del especialista en platería, D. Francisco de Celis, uno de los ejemplares más destacados de la crucería gótica leonesa." Imagen extraída del libro de R. Gutiérrez Álvarez: op. cit., anverso (p. 146) |
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CUSTODIA | PLATERÍA DIVERSA | ||
D. Ramón Gutiérrez Álvarez hace una bonita y ajustada descripción (p 149) y es como sigue: "La custodia de mano es de tipo de sol, de rayos rectos, y el viril con cabezas de angelitos que emergen entre las nubes; por remate, en la parte superior: tiene una cruz terminal. El nudo es de forma de jarrón, y la peana, aunque sencilla, es de notable belleza. Lleva los punzones del famoso platero leones Rebollo, su autor, y el del marcador GARCÍA; es de estilo neoclásico". Imagen extraída del libro de R. Gutiérrez Álvarez (p. 148) |
Es todo de estilo neoclásico, ya del siglo XIX del conocido platero
madrileño Espinosa
Imagen extraída del libro de R. Gutiérrez Álvarez (p. 148) |
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OTRAS IMÁGENES DE INTERÉS | |||
![]() ![]() Vistas de la torre. |
![]() La cigüeña en el campanario de la esquila. La esquila es la última campana que se tocaba para acudir a los oficios religiosos después de los dos avisos primeros. Se toca desde dentro de la iglesia, no como las campanas que al ser mayores hay que tocarlas desde la torre. |
![]() ![]() Vistas de la iglesia desde el coro que data de finales del XVIII o principios del XIX |
![]() Vista de la nave de la derecha, al fondo el retablo de S. Juan Bautista, al que hemos numerado con el nº 5 |
![]() ![]() Órgano y sillería del coro. Comprendo que sería caro pero qué bueno sería, si se pudiese, que se reparase ese órgano. La sonoridad de la iglesia es estupenda, el órgano sonaría como si lo tocasen los ángeles. |
![]() Altar de la Divina Pastora. Debido a las goteras todas su figuras tuvieron que ser restauradas en los ochenta por Isaac Morán Prieto, el resultado fue muy satisfactorio. Nunca me gustó esta imaginería borreguil, pero comprendo que es central en el cristianismo. |
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![]() ¿Qué Santo es este? ¡Se me habrá ido el santo al cielo! No, hombre !!! es San Antonio Abad, lo pone la peana, que parece valer más que el santo. Lo dice el refrán: Por la peana se adora al santo, pues eso... |
![]() Carro triunfante. Hablamos de él en la página de las fiestas, cuando hablamos de la fiesta del Señor. |
![]() Placa conmemorativa a Francisco de la Peña, párroco de este pueblo desde 1849 hasta 1883. Parece ser que fue un buen sacerdote. |
![]() Pila bautismal. Por aquí han pasado casi todos, si no todos, los que nos llamamos villademorenses. Es de escultor anónimo y data de 1689.
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Diferentes vistas exteriores de la iglesia de Villademor. No en vano se la llama "La Catedral de la Vega". |
Cruz de la reliquias
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He aquí una figura de nuestro templo que todos hemos visto a menudo y que quizá no hayamos reparado en ella. Sin embargo, se podría decir mucho de ella, pues es muy significativa. Yo, de niño, siempre pensé que se trataba del Espíritu Santo en forma de paloma que se abría el pecho para demostrar su sacrificio. Algo así como Jesús por nosotros. Parecía lógica la simbología, pero no es exactamente el caso. Si nos fijamos en el cuello del ave vemos enseguida que es otro animal, tiene el cuello muy largo. No se trata, pues, de una paloma. Por tanto, no es el Espíritu Santo. Se trata curiosamente de un pelícano, aunque, a decir verdad, su corto pico despista bastante, lo mismo que sus patas, que no son las de un ave palmípeda como correspondería. En la Antigüedad, pero sobre todo en el cristianismo medieval, de forma equivocada por cierto, todavía no sabían etología, tal ciencia no se desarrollará hasta el siglo XX, pensaban que el pelícano, cuando la necesidad apretaba, daba de comer a sus polluelos de su propia sangre o de su propia carne. Por eso, a partir de esa leyenda se empezó a tomar el pelícano como símbolo eucarístico. San Agustín, el principal filósofo, el principal ideólogo del cristianismo y sin duda la principal pluma medieval, también lo pone como ejemplo de similitud con la sangre de Cristo y en relación a esto escribe: “Habet ergo haec avis, si vere ita est, magnam similitudinem carnis Christi, cuius sanguine vivificati sumus”, que traducido diría, salvo error, algo así: "Tiene entonces esta ave, si es cierto eso, un gran parecido a la carne de Cristo, con cuya sangre fuimos vivificados". (Enarratio in Psalmum 101, 8). San Agustín, por lo que dice antes de este pasaje, no se creía del todo la leyenda de que los pelícanos mataban a sus polluelos a picotazos y que después podían revivirlos hiriéndose gravemente y rociándolos con su sangre. Porque después de contar esa leyenda dice no estar seguro de si es verdadera o falsa, pero que en cualquier caso esa imagen de la sangre que vivifica "congruit illi", "le conviene a él", es decir, a Jesús. También en sus Etimologías (12, 6, 26) cuenta San Isidoro una historia muy similar, sacada quizá de Plinio el Viejo (Historia natural, X, 66). Plinio fue un naturalista romano del siglo I del que seguramente parte esta errada historia. Lo que parece seguro es que pasar de esta imagen del pelícano, más voluntarista que real, por supuesto, a la idea de la sangre redentora de Cristo, no hay más que un paso. Esta es la razón por la que tenemos esa figura en nuestra iglesia de Villademor. Conocer su simbología nos ayuda a comprender mejor el cristianismo. Hay que tener en cuenta que en las iglesias casi todo es simbólico, las figuras no se ponen meramente porque sean estéticas. No se realizan para mostrar su belleza solamente, sino para que su belleza muestre una verdad, la Verdad y, a partir de ella, la propia salvación del cristiano que la contempla. |
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PINACOTECA DE LA SACRISTÍA | |||
Diversos cuadros de la sacristía. Todos tienen una característica en común, que están muy deteriorados. La mayoría no parecen tener un gran valor estético, pero eso debería decirlo algún experto. Yo he encontrado por internet (en una página hoy ya desaparecida) esta relación descriptiva de estos cuadros pero hasta no obtener mejores fotografías no me atrevo a identificarlos. Aquí pongo la relación que parece producto de un inventario y en la que se citan no sólo cuadros sino otros objetos escultóricos, cruces y demás:
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En enero de 2016 se ha restaurado el cuadro (imagen dcha.) de S. Jerónimo (supuestamente). Este es el resultado: sorprendente, perece que se ha hecho la luz. Y nunca mejor dicho porque el problema que resuelve va de luz, de iluminación o, mejor aún, de iluminismo. Decimos esto precisamente porque su restauración nos ha revelado que en él no está representado S. Jerónimo, sino S. Agustín. Es cierto que S. Jerónimo siempre es representado escribiendo, con legajos y papeles. No en vano tradujo la Biblia al latín. La famosa Vulgata. Y en ese sentido éste bien podría ser S. Jerónimo. Pero, al menos por lo que se deja adivinar en el cuadro yo creo que no lo es. Y ello por varias razones:
Se me ha sugerido también que se trataría de S. Juan de Sahagún, un agustino del siglo XV que realizó algunos milagros y que terminó siendo patrón de Salamanca. No me parece que sea ni siquiera una opción a considerar. San Juan de Sahagún no llegó a ser obispo y aquí el ángel sostiene su mitra episcopal y su báculo pastoral. Y ello a pesar de que ni la mitra ni el báculo pastoral lo usase S. Agustín. El báculo pastoral se empieza a usar a partir de los siglos VI-VII y la mitra se generaliza a partir del siglo X más o menos. Es posiblemente un anacronismo inevitable cometido por el pintor que se vio en la necesidad de mostrar que S. Agustín había sido obispo. Y no sólo eso, S. Juan de Sahagún no tiene una obra literaria reseñable, por lo tanto no tendría ningún sentido que se le representase con una pluma en la mano y con tanto libros. Además en el siglo XV ya estaba completamente olvidado el problema del arrianismo y del donatismo, herejías propias de los siglos IV y V. ¿Qué sentido tendría, por muy agustiniano que fuese, representar a S. Juan de Sahagún con obras destinadas a combatir herejías trasnochadas para el siglo XV? No es, pues, una hipótesis viable. Sin duda, y a la espera de una inspección ocular más sosegada y precisa, estos indicios me parecen más que suficientes para inclinarme por S. Agustín en la medida en que fue él y no San Jerónimo ni San Juan de Sahagún, quien combatió, además del maniqueísmo, otras herejías que ya he mencionado: el donatismo y el arrianismo (vid., su debate con el obispo arriano Máximo). Por eso en esta imagen se le representa pisando a aquellos que sostenían tales herejías. No obstante, no he logrado deducir qué obra o qué texto es el que está escribiendo en el libro que tiene a su derecha, sólo soy capaz de leer palabra sueltas. Eso me ha impedido identificar alguna de esas frases, lo cual, a su vez, me ha imposibilitado encontrarlas en alguna de sus obras. Pero eso, en realidad, no va contra mi hipótesis, sino que sólo es un impedimento para su confirmación. Ahora este cuadro puede verse no ya en la Sacristía, sino a la derecha del retablo de la Misericordia. Todo un lujo.
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En diciembre de 2016 se restauró también otro cuadro: La buena samaritana. Un trabajo extraordinario hecho también por Raquel Viejo Fernández. He aquí el resultado. El cuadro, a la espera de estudios más detallados sobre datación de pigmentos, se puede decir casi con seguridad (detalles del pelo de la Samaritana, vestimenta, velo, etc.) que es del siglo XVIII. Por si alguien no conoce el pasaje de la Buena Samaritana, imprescindible, para entender el mensaje del cuadro, vid.: http://es.catholic.net/op/articulos/14574/encuentro-con-la-samaritana.html. Hay otros muchos enlaces posibles, vid. por ejemplo: http://www.theworkofgod.org/spanish/biblia/asp/san_juan.htm
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Se trata de un cuadro de autor desconocido, sin firma, que no se puede fechar con exactitud, pero que se podría situar en torno a mediados del siglo XVII, quien sabe si algo posterior. El cuadro estaba muy deteriorado, quizá no tanto como el de S. Agustín (vid. más arriba), pero el resultado final ha sido asombroso igualmente. Es la representación de San Esteban, cuya figura se muestra en actitud serena pero desproporcionadamente grande respecto a los motivos arbóreos que se presentan detrás de él en una perspectiva no muy bien conseguida. Podemos estar seguros de que se trata de San Esteban por varias razones: la primera y más evidente, porque al hacer los trabajos de restauración y limpieza de los barnices ha aparecido su nombre, abajo a la izquierda, aunque en la foto que mostramos aquí no se aprecia. Con eso ya sería bastante. Pero hay una segunda evidencia: porque a este Santo, como es este caso, se le suele representar, no sin razón, con unas piedras en la mano. El motivo es muy sencillo, porque fue lapidado después de haber sido juzgado por el Sanedrín en torno al año 35 aproximadamente. Así lo recogen los Hechos de los apóstoles 6-8. ¿Y por qué fue juzgado tan duramente por el Sanedrín, digamos por la corte (religiosa) suprema de la ley judía? El asunto no está claro porque de él sólo tenemos noticias en Los hechos de los apóstoles 6-8 y el relato de su martirio se parece demasiado al de Jesús. A partir de ese escrito (muy posiblemente del propio evangelista Lucas, lo cual explica ese parecido que denunciamos) se pude deducir que Esteban era un judío helenizado, cómo el propio Lucas, por cierto. Su nombre griego, Στέφανος [Stéfanos], lo delata. El que sea un judío helenizado es significativo porque él fue encargado, como "diácono" nombrado por los apóstoles mediante imposición de manos (Hch. 6. 6), de resolver un problema entre dos comunidades judías (no sé si se puede decir cristinas) que se venían diferenciado en Jerusalén cada vez más. Una, la de los judíos autóctonos (Ἐβραίους [hebraíus]), es decir, que hablaban el arameo y leían la Biblia en hebreo en sus sinagogas, y la otra la de los judíos helenizados (Ἑλληνιστῶν [Helenistón]) (vid. Hch. 6.1) que quizá por haber residido fuera de Palestina o porque habían recibido una cultura helenística iban a sinagogas diferentes en las que se leía la Biblia en griego no en hebreo. Recordemos que la Septuaginta (Biblia en griego) ya había sido terminada de traducir en torno al año 100 a. C. Parece ser que entre los judíos helenizados, griegoparlantes, había una gran insatisfacción por cómo eran tratadas sus viudas, pues al parecer éstas eran tratadas mucho peor que las viudas hebráicas porque a las primeras apenas llegaban los fondos de la comunidad. Esteban entonces debía resolver ese problema entre comunidades confrontadas, por eso fue nombrado diácono. Su enjuiciamiento y posterior condena, no obstante, es de difícil interpretación. Presuponemos la siguiente hipótesis explicativa: Esteban quizá fuese simpatizante del movimiento cristiano naciente y se le ocurriese hacer proselitismo de ese nuevo movimiento en favor de los cristianos helenizados, al menos de sus viudas. Eso pudo ser interpretado como un proceder poco ortodoxo, es decir, poco judaizante y por eso fue condenado por el Sanedrín, compuesto en parte por fariseos y en parte saduceos, enemigos ambos del movimiento encabezado por Jesús de Belén. No obstante, la diferencia entre judíos helenizados y autóctonos no es nueva ni va a terminar con el enjuiciamiento de Esteban, que es una figura secundaria en este movimiento de confrontación religiosa y social de mucha importancia para entender el origen del cristianismo. Será sin duda S. Pablo, no mucho tiempo después, quien dé el giro definitivo en favor de los cristianos helenizados no judaizantes. No en vano se le conoce como el Apóstol de los gentiles. Entendemos que una ideología en favor de los gentiles como la paulina sería impensable que hubiese sido defendida tanto por un judío circunciso como Jesús, como por su hermano de sangre Santiago, como por el apóstol Pedro, continuadores ambos en Jerusalén de la lucha de Jesús. Sin embargo, S. Pablo lo logra porque se dan una serie de circunstancias históricas que le favorecen, a saber: que él es ciudadano romano, que habla y escribe el griego de la koiné con todo lo que ello supone, y sobre todo por lo que ocurrirá después de su muerte: la destrucción del Templo por parte de Tito en el año 70. Esto será seguramente lo que más influirá en la expansión de su ideología, por cuanto la destrucción del Templo supone a la vez la aniquilación de la ideología judaizante de los seguidores del Jesús histórico contraria a la paulina. La ideología que defendía S. Pablo era muy distinta a la moral interina del Jesús histórico y sus seguidores, que no era otra que la siguiente: dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Y ¿qué es de Dios? me he preguntado siempre. Parece evidente: el pueblo de Israel, no otra cosa. Eso quiere decir que los romanos se queden con lo suyo, pero no con Israel, que debería seguir siendo de su Dios, no del Cesar. En eso consistía seguramente la revolución del Jesús histórico y la inminente venida del Reino. Una venida política no espiritual. Por el contrario, la intención de Pablo, como ciudadano romano que era, fue expandir y universalizar el cristianismo más allá de los judíos circuncisos. Es decir, llevar el Dios judío más allá de Israel, llevarlo a Roma nada menos, aunque ello supusiera perder ciertos preceptos judaizantes simbolizados por la circuncisión y hacer del cristianismo un movimiento más espiritual que político, hacer del Reino de Dios algo que no es de ese mundo. No debemos perder la perspectiva de las disputas ideológicas, Jesús no era cristiano, era judío. Pablo era cristiano, pero un cristiano helenizado y se diferenciaba de los cristianos judaizantes a los que se opone y contra los que está pensando constantemente en sus cartas y contra los que se enfrentó en el llamado Concilio de Jerusalén en torno al año 50 aproximadamente, pues se enfrentó a Pedro y, sobre todo, a Santiago (vid. Hch. 15). Pablo no es un apóstol de Jesús para la comunidad cristiano-judía de Jerusalén, sino para los judíos de la diáspora y para los gentiles, cuyo cumplimiento de la Ley fue siempre más laxo. Por eso el Nazareno, que curiosamente no nació en Nazaret, es presentado por Pablo con categorías muy diferentes, tan diferentes que suponen un Jesús totalmente distinto y que, parafraseando a Juan Valera, “ni María Santísima, con ser su madre, lo reconocería”. Sobre esta polémica en la iglesia primitiva entre judíos y gentiles o entre judíos ortodoxos y helenizados vid. mi artículo: Retórica e ideología en la Carta a los romanos de Pablo de Tarso. El argumento de la fuerza de la fe frente a la falta de fe en los argumentos. Por lo demás el cuadro está lleno de un simbolismo que nos dice muchas más cosas y confirma lo que hemos dicho hasta ahora. Uno de esos símbolos es la hoja de palma que lleva en su mano izquierda el Santo y que simboliza su martirio. Con ella son representados muchos mártires. Un símbolo también de la victoria de lo espiritual sobre lo terrenal, de la inmortalidad. No en vano a Jesús, cuando entra en Jerusalén, le reciben con hojas de palmera. De nuevo el mismo simbolismo. En este caso, además, aunque no estoy seguro, la hoja tiene siete puntas. El número siete siempre ha sido un número mágico y no lo ha sido menos en el Evangelio. Con todo, este asunto del número de puntas sería muy forzado interpretarlo aquí de alguna manera. Otro símbolo importante es el que aparece abajo en el centro de la casulla del Santo. Una casulla, por cierto, poco lograda pictóricamente, de apariencia demasiado rígida y demasiado plana, pues el pintor apenas ha sido capaz de representar ningún pliegue realista en la tela. En cualquier caso este símbolo no es el Crismón habitual (con las letras griegas ji y ro entrelazadas, entendidas como la iniciales del nombre Χριστός [Khristós], que significa ungido), sino las letras IHS, que pueden significar dos cosas, a saber: o bien se consideran que son las tres primeras letras del nombre en griego de JESÚS = ΙΗΣΟΥΣ, que es lo más probable. O bien desde el alfabeto latino serían las letras: JHS con el significado siguiente: Jesús, Hombre, Salvador. Y una cruz encima de la hache que representa al hombre, lo cual no es poco. Pero la primera letra no parece una jota, sino una iota, luego nos inclinamos más por la primera hipótesis. No es este el foro adecuado para hablar más de este Santo, pero lo más curioso que siempre se cuenta de Estaban, y que no me lo invento yo, sino que lo podemos leer también en los Hechos, es que mientras le lapidaban, quienes lo hacían dejaron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo [Σαύλου] (vid. Hch. 7. 58). Nada menos que el que después será S. Pablo y del que ya hemos hablado. La persona de mayor influencia en la formación y propagación del cristianismo tal y como lo conocemos hoy por las razones antes descritas. De no haber sido por él y por personajes helenizantes quizá como S. Esteban, el cristianismo no sería hoy más que un movimiento judío. Es por todas estas razones descritas aquí por lo que es tan importante este cuadro. Yo diría, sin exagerar, que no entender este cuadro es no entender el cristianismo o a la inversa también sería cierto, sin entender el cristianismo no se puede entender este cuadro. Dejo para los más entendidos en las artes plásticas emitir un juicio estético más certero y más concreto sobre el cuadro: motivo, composición, color, dibujo, técnica pictórica, estilo, luz, época, escuela, etc. Es decir, todo aquello que resulta necesario, creo yo, a la hora de "mirar un cuadro" con unos ojos educados para mirar arte que yo no tengo.
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Para una descripción de la iglesia y su contenido patrimonial de forma más detallada, más y mejor documentada y menos personal que ésta, vid.: GUTIÉRREZ ÁLVAREZ, R.; Villademor de la Vega. Historia, cultura, arte. Salamanca, 2010, pp. 137 -164.
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Por último adjunto unas fotos provisionales de la última restauración realizada de una casulla bordada en oro. Una verdadera joya digna de ser comentada. Esperaré a tener mejores imágenes para hacer el comentario. No obstante, se pude disfrutar de algunos detalles que nos dan idea de su perfección y preciosismo.
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