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VILLADEMOR:

VIEJAS TRADICIONES,

ETNOGRAFÍA Y CULTURA TRADICIONAL

Algunas reflexiones críticas sobre nuestra cultura popular

 

 

 

   ¿Qué quiero recoger en este apartado? Que nadie se lleve a engaño, no trato de recoger el folclore tradicional de nuestro pueblo, a no ser que entendamos por folclore lo que entendía el propio creador de la palabra William John Thoms en 1846: aquel "saber tradicional de un pueblo". En rigor, esta expresión me parece muy ambigua porque el folclore no es el saber tradicional de un pueblo, porque si así fuese estaríamos hablando de la cultura en su sentido lato y que incluiría tanto el cuento popular que cuenta el abuelo a su nieto y que se va pasando de generación a generación como el teorema de Pitágoras o la guerra de la independencia española. Tampoco quiero recoger en esta página la cultura de mi pueblo, porque cultura es un término envenenado, ideologizado y demasiado lato, en él cabe casi todo, al menos todo lo que no sea naturaleza; desde un baile regional hasta las reglas de ortografía pasando por una construcción, un cuadro o un arado. Así pues todo lo folclórico pertenece a la cultura, en efecto, pero no todo rasgo cultural es folclórico.

     El folclore es un aspecto cultural que en los últimos tiempos se ha exacerbado por el empuje de los regionalismos y nacionalismos, separatistas en muchos casos, que intentan fundamentar su ideología en la recuperación de una supuesta identidad perdida que se fundamenta, a su vez, en la historia (a veces ficticia) y en las viejas tradiciones, que se da por hecho que hay que recuperar para recobrar o salvar, a su vez, esa supuesta esencia del pueblo (¿qué será "el pueblo"?) quizá acosado o dominado por otro que no le ha dejado expresar su propia identidad. Por cierto, ¿qué será eso de la identidad? Nunca se ha usado con tanta profusión una palabra tan metafísica.

     El folclore, en efecto, se refiere evidentemente a los saberes de un pueblo, sin embargo, no indica ningún saber objetivo, científico por ejemplo, sino a los saberes concretos subjetivos y populares. El folclore es “lo que sabe el pueblo” pero en un sentido “emic”, interno. Claro que este saber tiene varias vertientes. Una vertiente técnica o artística, que es la más significativa y que incluiría las danzas y cancioneros populares, los saberes culinarios, juegos infantiles, y una vertiente meramente teórica como el hecho de saber las leyendas, cuentos y mitos populares. Pero evidentemente no todos los saberes de un pueblo son folclóricos.

    Un criterio que puede servirnos para distinguir lo folclórico de aquellos rasgos que aun siendo culturales no son meras supervivencias (survivals), es el siguiente: lo folclórico está reconstruido, recuperado. Pertenecen al folclore aquellos saberes, acontecimientos u objetos tradicionales y populares del pasado recuperados y reconstruidos, aunque sea de manera cuasi ficticia o museística, que respeten el proceder emic de aquellas tradiciones populares. Y decimos recuperados pero no integrados en la nueva cultura más moderna o superior desde la que se reconstruyen. Por otra parte, lo recuperado no es, en realidad, una pieza de museo, ni tiene el carácter de obra de arte, porque se entiende que es anónimo, perteneciente a todo un pueblo. No viene firmado por ningún artista y muchas veces tiene que volver a hacerse como se hacía, como ocurre con un baile regional o un plato tradicional. De este modo no se pueden considerar folclóricas tampoco las procesiones de Semana Santa, el Carro Triunfante del día del Señor o las corridas de vaquillas que no son antiguas en absoluto en nuestro pueblo. ¿Cómo iban a serlo si son actuales? Y sin embargo, siguen siendo tradiciones porque vienen de lejos.

    Por otra parte, esto de que venga de lejos no es garantía de que tenga valor, no todo lo tradicional merece ser recuperado o conservado. Por ejemplo, ¿deben ser conservadas o recuperadas las no tan antiguas "corridas de patos"? ¿No ha habido una gran polémica en el pueblo cuando algunos periodistas, de ideología ecologista-integrista, han criticado esas formas festivas del hacer popular? ¿Pero eso no es folclore y, por lo tanto, cultura también? ¿No habría que recuperarlas como otras fiestas cualquiera? ¿Qué contestarían a esto esos periodistas ecologistas-integristas? ¿Si también son cultura por qué despreciarlas? He aquí cómo se puede ver de inmediato el lado envenenado de la idea de cultura que decíamos antes.

    Aclarado esto, ¡o no!, lo que quiero recoger aquí, son pues aquellas viejas tradiciones que se han perdido y que, sin duda, es imposible recuperar, y por la razones antedichas no van a pertenecer a nuestro folclore, sino que las damos por perdidas muchas de ellas, bien porque ya no tienen sentido, bien porque es imposible llevarlas a cabo pero que entendemos sí tienen algún valor, sea este un valor moral, político, histórico o simplemente sentimental. Aquí vamos a describir algunas de las costumbres que más nos han llamado la atención en tanto son o fueron practicadas en Villademor. Unas podríamos decir que son de carácter religioso, otras de carácter culinario, otras relativas a las fiestas, otras a los ritos de paso y otras, por último, relativas a las costumbres nupciales y del noviazgo. Veamos:

 

 

 

TRADICIONES RELATIVAS AL NOVIAZGO

EL PISO: Se trata de una tradición que todavía se hacía en los años setenta, cuando había muchos jóvenes en el pueblo, y que consistía en que todo aquel mozo foráneo que cortejase a alguna moza del pueblo con intenciones de casarse con ella, tendría que pagar lo que se llamaba "el piso", que, por supuesto no es un piso donde vivir, sino "el piso que pisa", el hecho de pisar el suelo del pueblo. Los mozos que ese año habían salido quintos (que estaban llamados a incorporarse a filas) un día de cortejo abordaban al novio con el fin de pedirle "el piso", una especie de peaje, que no era más que una propina lo suficientemente generosa como para pagar una merienda o unas copas a los mozos del pueblo. La propina debía ser generosa, si no era el caso se le decía al novio: "¿tan poco vale la novia...?".

 

LA RONDA: Se trata de una costumbre relacionada con la anterior pero esta vez se pedía no al novio forastero, sino a la novia o a su familia en cuanto nativa o vecina del pueblo. Cuando ya se sabía la fecha de la boda los mozos del pueblo acudían una noche a casa de la novia para pedir la ronda. En este caso se solían dar unas pastas, antaño caseras, y unas botellas generalmente del licor típico del pueblo (el orujo de café) o cualesquiera otras cosas que sirviese para saciar "hambre y sed" de fiesta de los mozos.

 

TRADICIONES RELATIVAS AL CICLO DE LA VEGETACIÓN

EL MAYO: La noche previa o la misma madrugada del día uno de mayo los mozos del pueblo talaban un árbol alto y recto, generalmente un chopo, al que cortaban todas las ramas laterales y dejaban las de la copa y lo colocaban de pie hincándolo en la plaza mayor o delante de la Iglesia cuando todavía estaba de tierra sin asfaltar. La cuestión siempre se reducía a lo mismo, había que financiarse de algún modo una merienda de modo que los mozos iban al río, elegían un buen ejemplar y una vez expuesto en la plaza durante quince días o un mes se vendía a una sierra y lo que se sacaba se utilizaba para una merienda en las bodegas.

 

LAS FRIEGAS: Se trata de una broma que se gastaba en la vendimia. Consistía en estrujar un racimo de uvas en la cara de un compañero de cuadrilla cuando éste estaba despistado, de tal modo que al no haber apenas agua en la zona de secano en la que estaban por lo general las viñas se le quedaba la cara todo el día pegajosa y a él acudían las moscas con persistencia produciéndole una gran incomodidad.

 

TRADICIONES RELATIVAS A LOS RITOS DE PASO

Quintos de 1978 o 79. Es evidente que era costumbre tirar cohetes.LOS QUINTOS: Tradicionalmente los jóvenes que eran llamados a cumplir el servicio militar hacían una fiesta en la que se implicaba todo el pueblo. Hoy ya no hay servicio militar obligatorio, sin embargo, en ocasiones se sigue festejando, no su llamada a filas claro está, sino algo así como su mayoría de edad. En realidad la fiesta tenía la función de rito de paso que está presente en muchas o en casi todas las culturas, tanto en las salvajes como en las civilizadas, tanto en las rurales como en las urbanas.

El nombre de "quinto" es muy antiguo pues proviene del siglo XVI cuando Juan II de Castilla impuso lo que se llamó la "contribución de sangre", según la cual uno de cada cinco varones estaba obligado a servir en el ejército. Esta disposición pasó por diversos vericuetos legales pero el nombre permaneció mientras permaneció el servicio al ejército.

TRADICIONES CIRCADIANAS

TOMAR LA PARVA era la primera comida del día, pero no propiamente el desayuno, que solía ser posterior y más abundante. La parva, como su nombre indica, era escasa y frugal y se toma cuando hay que hacer alguna labor muy de madrugada. Es un mero tentempié, suficiente para ir a trabajar sin entretenerse. Podía consistir en ocasiones en una simple copa de orujo y una galleta u onza de chocolate. Para tomar la parva uno no se sienta, cosa que sí se hace para tomar el desayuno. No obstante después del desayuno se toman las diez*.

SALUDO MATUTINO: No cabe duda de que el saludo matutino ha cambiado y en general todos los saludos así como la formalidad de otras costumbres. Se ha vuelto menos formal, menos cuidado y, si se me apura, menos delicado. Yo siempre recuerdo que cuando salía mi madre a la portalada a hacer la facendera* propia de la estación del año (en verano por ejemplo consistía en barrer la portalada y regar la tierra para que no se levantase polvo) decía a las vecinas que estaban haciendo lo mismo: "Buenos días '[fulanita]', ¿descansaste / descansó?" (el tuteo dependía de la edad de la vecina) Y la vecina contestaba siempre: "Sí, muy bien, gracias. ¿Y tu / usted?".

 

TRADICIONES ANUALES

LA CUELGA: Una cuelga es una cinta donde se cosen caramelos y otras golosinas e incluso rosquillas y que se regala principalmente a los niños el día de su cumpleaños.

 

 

LA MATANZA DEL CERDO

    Para ver la secuencia de fotos hay que ir pulsando cada una de las fotos pequeñas que quieras agrandar así como los triangulitos que figuran a izquierda y derecha. Estas fotos datan de una matanza en la que yo participé (¿cómo suena?) en 1983.

 

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    Es una lástima que sólo tenga fotos del la matanza propiamente dicha. No tengo ninguna del lavado ni del estazado *. Pero de la secuencia que aquí presento se pueden comentar algunas cosas. Por ejemplo, vemos que el cerdo se conducía de la pocilga al banco agarrándolo por las orejas y el rabo, no sufría ningún golpe antes de morir como en otras comarcas en las que se le da un golpe con un mazo en la cabeza para dejarlo inconsciente desde el principio.

    Una vez subido al "patíbulo" se unían las patas delanteras y esa misma cuerda preparada al efecto se la pasaba por el corvejón de la trasera. La finalidad de este proceder es que cuando patalease no pudiese tomar impulso ni fuerza que le produjese ninguna rotura. Si se rompiese algún hueso de las patas traseras supondría que el jamón no curaría, se perdería.

    Otro detalle, lo primero que se aprovechaba del gocho era la sangre, bien para cocerla, bien para hacer con ella morcillas.

    Una vez muerto el cerdo se le chamusca, se le cubre entero de paja, como se ve en la foto, y se prende fuego. Ahora ya no se hace así, se hace con soplete de gas butano. Se ahorra mucho tiempo, es cierto, pero el sabor y el olor del tocino después ya no es el mismo. Y por último, lo que voy a decir ahora es lo más curioso, el matanchín * le da un chamuscado más concentrado con el cuelmo * como se ve en la foto. El cuelmo es paja de centeno, que, como sabemos, es muy larga, mucho más que la del trigo, y tiene unas propiedades muy apropiadas para esto. El arte del matachín en este caso consistía no sólo en ir quemando los pelos que habían quedado sin quemar por los pliegues del cerdo, sino que era todo un arte mantener el cuelmo encendido moviéndolo con rapidez sin que se apagase. Para ello había que ir apretando el manojo si el fuego se avivaba demasiado y se quemaba la mano o ir aflojándolo si el fuego decrecía con peligro de apagarse.

    Una vez hecho eso el gocho se lavaba. Se volvía a subir al banco y con la ayuda de un recipiente se iba vertiendo poco a poco agua de modo que el matachín, sirviéndose por lo general de un trozo de teja, fuese raspando y lavando todo el cerdo. ¡Qué primario todo!

    Una vez limpio se llevaba a lugar donde iba a ser colgado, se habría en canal, se evisceraba con la cabeza hacia abajo y se colgaba para que enfriase. Al día siguiente se estazaba *, se clasificaba la carne para cada uso, se picaba la carne apropiada para hacer chorizos, se hacía con ella el mondongo * y al día siguiente se llenaban las tripas del propio cerdo que previamente y con una paciencia infinita habían sido separadas, vaciadas y limpiadas. A partir de ahí sólo quedaban los cuidados de la curación y conservación de los chorizos, los huesos que se adobaban y se iban echando al cocido, y los jamones y tocinos que se metían en salazón durante unos días, para después colgarlos. Por último, una vez curados, sólo quedaba disfrutar de ello.

 

OTRAS TRADICIONES

EL RAMO PARA UNA NUEVA CASA: Existe creo todavía la costumbre de poner un ramo en la chimenea o tejado de una casa cuando esta se termina de cubrir. El significado no es otro que el que el amo debe invitar a una merienda a los albañiles que han trabajado en la construcción de la casa.

 

EL JATERO

EL JATERO: Antiguamente, estoy hablando de los años cuarenta y cincuenta había, un jatero que cuidaba los jatos de todos, bien en la Tablona, cerca del río, en Valderáz o en el prado  San Antonio, todos ellos prados comunales.

 

 

 

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