
La elección de la merluza es fundamental. Lo mejor es fiarse de un pescadero
de confianza. Él sabrá aconsejarnos. Es mejor comprar siempre la merluza del
pincho, es la más sabrosa y la más fresca porque suele venir de cerca y es
la menos machacada. Nunca comprar merluza de arrastre si puede ser, a no ser
que sea para hacer
sopa por ejemplo o para rebozar. Además la merluza tiene que tener lo ojos claros y
brillantes, oler bien, no tener un olor fuerte. Debe estar rígida, cuando la coja
el pescadero tenemos que notar que no es flexible que está tiesa. Quizá la
mejor sea la merluza del cantábrico.
Una opción muy
buena, eso va en gustos, es pedir al pescadero que en vez de trocearla en
rodajas, la desespine y la despiece en dos lomos. Después en casa partimos
los lomos en las piezas que queramos según los comensales o según la
queramos preparar. A la romana o a la plancha también está muy buena. Además las espinas
las congelamos y cuando consigamos varias podemos hacer un caldo de pescado
para hacer un arroz, una sopa o la misma merluza.
La almeja, la más
asequible es la almeja fina y la babosa, las hay inferiores,
pero no las aconsejaría creo yo. La de carril, que sin duda es la mejor, se sale siempre del presupuesto y está
más indicada para hacerla a la marinera porque son más grandes.
Para prepararla:
En una cazuela de culo ancho se
echa un chorro de aceite hasta cubrir el fondo y se fríen una rebanada fina
de pan un diente de ajo laminado y un par de ramitas de perejil hasta que
estén bien dorados. Se corta la cebolleta en trozos pequeños y después de
haber sacado los ajos, el pan y el perejil para el mortero, se echa la
cebolleta y se deja pochar lentamente.
Cuando la cebolla esté dorada
se echa un poco de harina, una cucharadita por ejemplo, y se sofríe un
poco junto con un poco de perejil cortado muy fino. A continuación se
echan las almejas, se tapa la cazuela hasta que abran todas. Después se
echa agua (o caldo reducido de pescado) en el mortero y se deslíe lo que previamente habíamos
machacado y se echa a la cazuela. Se rectifica de agua (o más caldo de
pescado reducido) y se da un hervor
hasta conseguir una salsa ligada. Después de echar sal se coloca la
merluza de modo que la salsa bañe bien todas las tajadas, no es
necesario que las cubra. Se deja cocer durante unos tres o cuatro
minutos. Si vemos que la salsa tiene un aspecto muy aguado es
aconsejable echar un chorrito de aceite virgen extra en crudo. Se debe
comer de inmediato.
Otra opción es, en vez de
echar las merluza en crudo, rebozarla
en harina y freírla muy rápido y con mucho fuego hasta dorarla.
Después se echa a la salsa junto con unas cucharaditas de aceite de
freírla. De este modo a mi me parece que queda más
seca pero quizá quede mejor si queremos dejarla para más días.
Se puede y se debe acompañar de
un verdejo o de un prieto picudo clarete o de un somontano que tampoco
estaría mal. Lo que no se debe hacer es comerla solo, hay que comerla con
buena compañía. Para lograr ésta o para mantenerla es necesario otra serie
de recetas mucho más difíciles de elaborar que las recetas culinarias que
ponemos aquí, pero en ambos casos también se aconseja que el "producto" sea
pescado al pincho, nunca al arrastre. El arte de la pesca es, siempre, un
arte difícil.
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